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Habéis olvidado lo que dijo el poeta muerto.
Y soy incapaz de traducíroslo para que su poder os subyugue y os haga comprender que careceis de propósito y rumbo, y que el tiempo es triste y nada vale.
A fin de que os libréis de esta decepción que, si no os dais cuenta de vuestra carencia de propósito os penetra, convirtiéndoos en seres seniles.

viernes, 12 de septiembre de 2008

::Extraordinario::


No me considero alguien especial.
Caminando por las interminables calles de la ciudad, terminas por creer que eres una minúscula gota en medio del océano infinito e interminable.

Entre la multitud, observas, analizas los rostros de cada persona que pasa a tu lado, que te roza, que te golpea sin intención...y piensas "¿Acabaré siendo olvidado?¿Habrá alguien que me recuerde cuando mis humildes zapatos crucen la invisible línea de su dificil andadura?"

La esperanza es un ente valioso e inesplicable.
Nunca sabes cuando puede aparecer...


Alguien me dijo una vez que cada ser del universo tiene algo de extraordinario, porque la vida misma es extraordinaria.

Puede que se equivocará, o puede que no.
De lo que sí estoy segura es que el tiempo no perdona, que durante nuestra existencia hay momentos de abandono y exitosa experiencia.

De que tu vida, al fin y al cabo, es irrepetible y ¡por qué no! inmensamente maravillosa.


miércoles, 3 de septiembre de 2008

::¿Qué es eso?::


Casi todo me atrae. Sin embargo se alberga en mí algún buscador infatigable. ¿Por qué no hay un descubrimiento de la vida? Algo para ponerle las manos encima y exclamar: "¿Es esto?" Mi depresión es un sentirme acosada. Estoy buscando: pero no, no es eso… no es eso. ¿Qué es entonces? ¿Tendré que morir sin haberlo encontrado? Y luego (como anoche, cuando atravesaba Russell Square) veo las montañas en el cielo: las grandes nubes; y la luna que se está alzando sobre Persia; tengo una grande, sorprendente impresión de que hay algo allí, que es "eso"?

No es exactamente la belleza a lo que me refiero. Quiero decir que la cosa en sí basta: es satisfactoria; acabada. También una impresión de mi propia rareza, de la rareza de estar caminando sobre la tierra.

También está ahí, la infinita extrañeza de la posición humana; estar atravesando Russell Square, con la luna allí arriba y las nubes como montañas. quién soy yo, qué soy, y todo el resto; preguntas que siempre flotan en torno: y de pronto doy de narices con algún hecho concreto -una carta, alguien- y vuelvo a ellos con un gran sentimiento de frescura.

Y así continúa. Suelo toparme frecuentemente con este "eso", y experimento entonces un gran reposo.

martes, 2 de septiembre de 2008

::Cambios::


La gente cambia.
Hace aproximádamente un año, por estas fechas, no imaginaba que llegaría a ser tan atormentada como Poe, romántica como Byron o igual de alcohólica que alguno de aquellos personajes buscados por Poirot en las misteriosas novelas de Agatha Christie.

Puede que exagere...tal vez no.

Las presentaciones nunca han sido lo mío, es más, me atrevería a decir que jamás lo he hecho. Es algo irrelevante y absurdo:
La persona que eres hoy cambia según avanzan las manecillas de algún reloj olvidado por el tiempo, lentamente o a velocidades vertiginosas.

Bloomsbury.
Gran generación desconocida para muchos y olvidada para otros.
Admirable. Revolucionaria. Pesimista.

¡Qué mejor manera de empezar esta nueva etapa que comienza, se agita y tiembla!


Amad mi corazón una hora, pero mis huesos todo un día...
El esqueleto al menos sonríe, pues tiene un mañana;
pero
los corazones de los jóvenes son ahora
el oscuro tesoro
de la Muerte, y el verano ha quedado solitario.

Consolad a la luz solitaria y al sol en su tristeza,
venid
como la noche, pues terrible como la verdad es el sol,
y a la luz muriente muestra sólo el hambre de paz
del esqueleto,
bajo la carne como la rosa estival.


El pulso que late en el corazón tórnase el martillo que resuena en
el Campo del Alfarero donde construyen un mundo nuevo con
nuestros Huesos, y las inmundicias que dejan caer y el clamor
durante el día de las rapaces que se alimentan de carroña...

Pero tú eres mi noche y mi sosiego.

Edith Sitwell (1887-1964)